El pan de cada día




Me gusta soñar con cosas obscenas, intercambiar saliva y papeles, aparecer en un escenario sin luz con trenes que arrasan y dar vueltas sin sentido con seres impensables. Los fluidos corporales que se quedan en mi cabeza, con y sin nombre, con y sin sexo determinados. Caricias reales que se esfuman al despertar, silencio alborotado mezclado con colores irreales, luces que se mueven, ojos que miran, aceras que desprenden humedad ¡nubes encharcadas de asfalto!

Encender la consciencia, levantarme a beber agua y hacer como si nada de todo eso hubiese pasado.

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