A día de hoy, soy eso, una explosión giratoria de gomets de
colores y pintura de dedos escurriendo por un lienzo inagotable y blanco.
No todos sabemos aprovechar un lienzo, pero si tenemos la capacidad para darle color. Al ser inagotable no hace falta que pinte encima para tapar los trazos que menos me agradan, puedo utilizar otros y presumir con humildad de aquella mezcla de colores que salió en ese momento.
Estoy dispuesta a intentarlo, a pintar-me cada uno de los
poros que componen mi piel con la paleta inagotable de colores que nos regala la vida, a que colaboren con
mi obra y a colaborar con la de otros.
Me encanta sentir el cambio de temperatura desde que sale un
pegote fresquito de pintura hasta que termina con el calor de los dedos que lo
esparce por el espacio-tiempo de los sueños.
Me encanta mezclar todos los colores y que siempre salga el mismo, la
confluencia de las señales vitales.
Nosotros elegimos el color.
Yo elegiría el rosa, pero es demasiado egoísta y soy de
las que comparte.
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