- Idiomas de colores -





Me salpico de yogur por jugar con la cuchara. Ya era hora de que me fuera a tocar ese salpicón después de advertirles repetidamente.

Solo tiene cuatro meses y su pie es diminuto. Me mira asombrada y yo la miro con más asombro aún. Cada vez que sonríe se le ve la mágica linea del paladar.

No me reconoce, pero me ha aceptado sin problema, era uno de mis miedos: que no me dejase ni dirigirle la palabra. Pero si, me llama Elis y se me cae la baba.

Entran en mí todo tipo de virus y bacterias, una tras otra, pero me reconforta saber que es algo que me une a esas personitas que me llenan de vida día tras día. Es como un gesto de complicidad, de saber que estamos igual de jodidos mientras todos los demás andan jugando y explorando su alrededor.

Hago las paces con mi sangre, con mi mujer. Sonrío cada vez que lo siento tan profundo. Tanto como la conexión que tengo con cada uno de ellos.

Sonrío todos los días.

¡No he perdido a mi niña interior! ¿Cómo lo sabes? Simplemente lo sé. Me entristece saber que las personas lo pierden y sentía un temor profundo al pensarme en esa situación.

Cada vez que voy a la cocina troto como un poni y relincho cuando voy a girar la columna.

¿Y po' qué?

Me levanto cantando. Le he perdido el miedo a cantar en alto!

Me siento pequeña pero poderosa. Mis poderes no son mágicos, pero quizá si los mezclas con el universo puede que se hagan mágicos.

"Mamá es humana, papá es humano, tu eres humana yo soy humana, él... él es humano pambién"

Hay veces que soy un dinosaurio, o un cocodrilo o un elefante. No sé como se comunicarán entre ellos, pero nosotros nos entendemos a la perfección.

Paso el día descubriendo y aprendiendo de mi persona. Como si tuviese dos añitos.

Los adultos con tantos temas egocéntricos y destructivos no tienen cabida en este espacio, quizá no tengan cabida en mi vida.

Y tú, ¿hablas gato?





2 comentarios: