- Desata-te -












Mis miedos se transformaron en dolor de muelas,dolor de garganta, de nudos en la cabeza, en el pecho y lágrimas. En monólogos a velocidades impensables con el temario repitiéndose una y otra vez.
Las lágrimas se convirtieron en aire, en hojas volando cerca de mi cara. En cigarros imposibles de encender y otoños impensables en Enero.
Dejé los miedos en Avenida de América y marché a gritarle al río Duero que no es más sueño eso que ocurre cuando duermo.

Tuve que volver a pasar por ese intercambiador varias veces más. Para mí es algo más que un infinito ir y venir de personas, son las puertas que cruzo sola cada vez que empiezo o termino algo. Es dejarlo todo ahí para seguir caminando.
Y allí dejé los miedos terrenales y recuperé los miedos gigantes esperando que hiciesen de flotador si el avión se quedaba sin alas a mitad de camino. Pero llegó entero y los gigantes me devoraron.

Por aquél entonces se me había olvidado que aquí las horas pasan hacia atrás, que el té no sabe a cabreos matutinos y que si los gigantes tienen mucho hambre lo único que tengo que hacer es llevarlos a bailar.

Salió el sol y mi perra salvaje se fué a correr por la playa en busca del mar, que decidió irse con la luna y dejarnos la bahía para los peces con piernas.
Y recordé que lo importante era frenar y descalzarse, no tirarse al agua con zapatos puestos.







No hay comentarios:

Publicar un comentario