Sentirme sin ropa me pone muy cachonda.
Y los pies descalzos.
Y sentirlos con otros pies.
O con la arena.
O con el césped.
O no.
La brisa del mar me pone muy cachonda.
Y la que suena entre los árboles.
Y los atardeceres, los atardeceres me hacen arder.
Y levantarme todas las mañanas.
Y danzar en el jardín,
en la cocina,
de camino a ninguna parte,
o de camino a alguna parte.
Y el amor puro, sano y consciente.
Y sentir vértigo cuando se pone todo del revés.
Y leer en alto.
La vida me pone realmente cachonda.
Y esas cosas de la vida...
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