- Querido Sol: -






Creo que aún no se me ha olvidado cómo se quita la ropa en estado de shock, pero aún así, debería empezar a practicar. Sólo en caso de emergencia. Me gustaría hacerlo por mi misma llegado ese momento.

La humedad hace que pueda estar en manga corta a dieciséis grados, pero los dedos de los pies siguen amoratándose cada vez que los desnudo y a mi, sentir con los pies, es algo que me lleva muy lejos.

Conseguí danzar bajo la lluvia, sonreirla y permanecer quieta. Y el mar, cada vez que lo visito, me pide a gritos que corra hacia él.
Que me corra con él.

Ya sé que sin estos días calentitos en los que te escondes no podría perderme entre explanadas verdes y troncos mas anchos que mis caderas, pero entiende que estoy un poco aburrida de esconderme.

Quiero desnudarme por fuera para poder volver a desnudarme por dentro.
Quizá, si te siento quemándome la piel pueda re-sentir todo el fuego que se acumuló dentro cuando encendía la chimenea en invierno y que se fué volando con el viento.

Voy a probar a ir a buscarte allá donde repartes amor, a ver si consigo convencerte y que vengas de la mano a pasar unos días a la isla verde. No te arrepentirás, te lo prometo.

Ya tengo la bici preparada.
Sólo tienes que darme las coordenadas y esperarme con los brazos abiertos.
Me dirás que no te gusta el plan.
Te aseguro que a mi me fascina.

Venga anda, que ya desayuno helados y voy asomando los hombros.
Mañana espero que el cartero traiga una nota con las indicaciones. No me falles.

Nos vemos en el mas acá.





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