Hoy me
he levantado asustada de la vida que me rodea, queriendo no saber nada de
nadie. Me pienso e intuyo que la mejor opción es quedarse leyendo, haciendo
actividades pendientes, pero hasta las cuatro paredes que me guardan por la
noche se me hacen pequeñas.
Podría
haber sido feliz ayer cuando embriagada de alcohol sonreía y gritaba en
silencio, para hoy, al menos tener alguna preocupación en la que concentrarme.
Eso lo dejé muy atrás. Querer vivirme tiene la consecuencia de la consciencia
total y plena del yo.
Tengo
no muy lejos un río, incluso intuiciones de verde cerca de la ciudad, pero
están profanadas. No me sirven.
Sigo
pensando en como esconderme del mundo y no me queda más que enfrentarme, muy a
mi pesar a este día que puede ser ayer, el mes pasado o mañana. Así que no
queda otra que ponerse el abrigo de nubes, el gorro de sol y los zapatos de
hojas caducas, a ver si de esa manera puedo salir sin que nadie me vea y
disfrutar un poquito de la soledad sin molestias.
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